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sábado, 18 de agosto de 2012

MUESTRAS: EL LIBRO COMO ARTE

imageEl Museo del Libro y de la Lengua inauguró una muestra dedicada a Raoul Veroni, artista, editor y tipógrafo italiano radicado en la Argentina, fallecido en 1992.

Creador de ejemplares únicos, sus libros son objetos de arte, trabajados artesanalmente y de manera exquisita.

Exhibición
hasta el 15 de diciembre de 2012 , martes a domingos, de 14 a 19. Entrada libre. Museo del Libro y de la Lengua, Av. Las Heras 2555, CABA.

A continuación una nota de Milena Heinrich (Telam), haciendo clic sobre más información:


Nota de Milena Heinrich, Telam

Delicadas hojas de papel hechas a mano, relieves invisibles, colores inalcanzables y grabados tan complejos como perfectos se presentan en el Museo del Libro y de la Lengua en la exposición "El libro como arte", una suerte de retrospectiva de Raoul Veroni.

Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova y de la mano del maestro Alfredo Guido, Veroni aprendió el oficio de grabador y encontró su sello más sagrado: una sofisticada técnica de aguafuerte, que lo posicionó en la órbita del mundillo artístico.

Ese hombre que con apenas meses de edad partió de Italia, su país natal, para instalarse en la ciudad tucumana Tafí del Valle, a sus 30 años abandonó las esferas célebres del arte para dedicarse a su pasión: los libros especiales, artesanales, distintos.

Con un oficio heredado de Guido -reconocido maestro del grabado- y con una vasta experiencia en los talleres de la imprenta Colombo, el joven artista fundó con lo poco que tenía su primer sello editorial al que bautizó Urania y en el que publicó, hasta 1954, títulos de los poetas Rafael Alberti, Camille Flammarion, Giacomo Leopardi, Gabriele D`Annunzio y Edgar A. Poe, entre tantos otros.

"Oculta, silenciosa y emboscada" es como se anima a definir su hijo Ral -también artista y editor- la tarea de su padre. Es que a veinte años de su muerte, la exposición resulta imprescindible no sólo para revelar la magia del arte en la edición sino para ampliar el horizonte más allá de los bibliófilos y acercar estos objetos extraordinarios al público en general.

"Annabel Lee" de Edgar A. Poe; "Poemas de Ariel" de T.S. Eliot; "Tríptico de un jazmín" de Silvina Ocampo, "La Juana Figueroa", de Jorge Calvetti y "Tres recuerdos del cielo", de Rafael Alberti, son algunos de los más de 25 libros que se exhiben junto con accesorios (tacos, clisés) tras las vitrinas de la sala Julio Cortázar.

"Era un hombre muy silencioso y reservado pero increíblemente apasionado por la dedicación y el amor a cada libro. Mi padre hizo la carrera de Artes, tuvo un éxito bastante notable y lo dejo todo cuando se enamoró del libro a partir de la edición de Alberti en el 43", cuenta a Télam Ral Veroni, hijo del artista.

En cuanto a la muestra, para Ral lo interesante es reflejar "un perfil del libro que se conoce poco; el libro como objeto de arte con ediciones muy cuidadas y con un papel excelente".

¿El contenido o la forma? Aquí ambas son inseparables, a diferencia de uno masivo o económico en este clase de libros lo entrañable es la conjugación de detalles, de los cuales participa la calidad de los textos.

Es que "si contrastás un libro de uso con uno bibliófilo, desde la tapa percibís la diferencia. Algunas breves características son la encuadernación, la rebarba que define el origen del papel, el borde irregular, cuya presencia es una señal de que fue hecho a mano y no de manera industrial tipo guillotina", explica Veroni.

La bibliofilia, según la definición de la Real Academia Española es "la pasión por los libros, y especialmente por los raros y curiosos", de ahí que aquel que ama los libros encuentre el placer en aquellos extraños, antiguos, difíciles de hallar.

Los ejemplares que integran la exposición van acompañados por explicaciones, entre otras cosas, sobre el método, el modo de impresión y las características del colofón, la anotación que va al final del libro donde se indican los detalles de la impresión como la cantidad de ejemplares o cualquier otra circunstancia que se desee resaltar, algo propio de este tipo de formato editorial.

En ese sentido, el valor de los ejemplares es sugerente; aproximadamente se imprimen no más de 30 libros por título. Y esto tiene que ver con que "requiere mucha dedicación. A mi padre, la edición de un libro le llevaba el mismo tiempo que el de una muestra individual".

De hecho, las razones -explica Ral- son varias: "Se trata de un papel muy noble, hecho a mano, de buen gramaje y calidad, por lo tanto es un sin sentido tratar de hacer una edición popular. Luego hay todo un trabajo de diseño, el método que se imprimía -métodos de grabado como aguafuerte o litografía- que llevan mucho tiempo y eso obliga a reducir la edición".

"El proceso creativo es muy largo porque el libro se plantea, luego viene la composición a mano en tipo de plomo, las pruebas, las correcciones y finalmente se imprime el tiraje. Son impresiones con tipos móviles de plomo, es un tipo de impresión previa al offset. Se compone letra por letra al estilo (Johannes) Gutenberg", agrega.

Raoul Veroni editaba a quienes lo apasionaban: "Sus amores fueron los poetas ingleses, los escritores líricos; de su tradición italiana editó a escritores como Dino Campano o Franceso Petrarca. También a poetas del noroeste de Argentina, entre ellos, Antonio Latorre, Jorge Calvetti, Juan Carlos Dávalos", dice.

Ral, recuerda que su padre accedía a los autores de diversas maneras: muchas veces leía un poema en el diario que le gustaba y los contactaba para hacer una edición; a raíz de su trabajo en la imprenta Colombo en donde convivió con artistas y poetas y por su trabaja como dibujante por más de 40 años en el diario La Prensa.

Sutiles, delicados, dulces y precisos, los libros reunidos en esta muestra necesitan de cientos de adjetivos que describan con exactitud todo lo que esas páginas esconden en su interior, es que en ellas se perfila la pasión de un hombre que entró en los más mínimos detalles para sellar con su arte la calidad editorial.

Respecto al cuidado que merecen, Veroni destaca que "Buenos Aires es una ciudad muy húmeda, acepta cualquier libro. Los libros de mi padre convivieron en una situación normal sin mayores cuidados. Lo que sí cuando uno ya los tiene en la mano instantáneamente obliga a un trato especial".

La exposición se puede visitar hasta el 15 de diciembre en la sala Julio Cortázar del Museo del Libro y de la Lengua -perteneciente a la Biblioteca Nacional- ubicado en avenida Las Heras 2555, con entrada libre y gratuita.

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